martes, 30 de noviembre de 2010
Julian Assage
Como un Houdini del periodismo moderno, al fundador de WikiLeaks, Julian Assange, lo apasionan el vértigo, el reto sin fin, el triple salto mortal. Es el periodista más deseado del momento, pero nadie ha logrado descifrar todavía la incógnita que se esconde detrás del personaje. No ha inventado el nuevo periodismo, como Capote o Talese, ni siquiera el periodismo gonzo , como Hunter S. Thompson, pero hay quien habla ya de un antes y un después de WikiLeaks en el mundo de la comunicación.
Con sus 39 años, Assange (Townsville, Australia) ha revolucionado la manera de pensar el periodismo. En la era del hiperconsumo de información, a este antiguo hacker no le basta con difundir una sola noticia de relieve. Necesita divulgar miles y a un mismo tiempo. Cuando todavía resuenan los ecos de las últimas filtraciones (77.000 documentos de la guerra de Afganistán y casi 400.000 del Pentágono sobre Irak), el prestidigitador Assange aguanta la respiración y saca de WikiLeaks, su chistera cibernética, 250.000 cables diplomáticos comprometedores de Estados Unidos.
El hombre que tiene en jaque a la principal potencia mundial, el hombre capaz de quebrar los secretos de Washington, es un arcano del que no se sabe ni siquiera dónde duerme cada noche. Como el periodismo que practica, Assange vive en la frontera de la clandestinidad. Puede aparecer de repente en una videoconferencia transmitida en Jordania, como anteayer, o en un callejón de Londres para conceder una entrevista.
Ese secretismo, esa construcción del personaje escurridizo, insondable, le viene a Assange de lejos, de una infancia turbia marcada por la huida constante. El australiano inquieto comprendió pronto que la tecnología era sinónimo de poder. Transgresor por naturaleza, fue programador tal vez sólo para transmutarse en hacker y reventar un buen día las entrañas informáticas de la empresa de telefonía canadiense Nortel. Y quizá se hizo periodista solamente para destripar todos los secretos oficiales que se le pongan a tiro.
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